El nene tenía ocho años, hablaba poco pero decía cosas importantes.
El primer encuentro le pregunté:
- ¿Por qué crees que tus papas te
enviaron acá?
- Porque uso mucho la computadora.
- Y si vos tuvieras ganas de decirme qué te pasa, ¿qué
sería?
- Me cargan- dijo.
Yo lo esperaba siempre en la
puerta. Lo miraba venir por la calle: caminaba
levemente encorvado, como una ramita, al lado de su mamá. En cuánto me veía, corría hasta alcanzar el último escalón
donde yo estaba. Subía sonriente, se le apuraban las ganas, tropezaba y se le
enredaban los pies.
La mamá, cada vez que lo dejaba,
decía: - ¡Qué torpe es este chico!
Hoy me pregunto cómo hubiera sido él sin la
certeza de su madre acerca de su torpeza.
Me respondo que quizás, seguramente, yo no lo
hubiera conocido.
Es para llorar, pero es hermoso por lo sensible ;n;
ResponderEliminarExcelente!
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