lunes, 8 de diciembre de 2014

Diario de viaje: Morelia y un callejón para el amor.

Morelia, México, leyenda

Existe en México una calle angosta de piedras grandes, un estrecho pasaje de sólo dos cuadras en cuyo centro se levanta una antigua fuente de agua clara.
A veces llamada Calle del beso, otras, Callejón del romance, todo sea por nombrar un sitio donde el amor es un acto de fe.



Cuenta la leyenda que los enamorados van allí a sellar su amor con un candado.
Lo abrochan a una reja y al salir tiran la llave. 

Dicen  que en ese callejón, el compromiso no tiene fecha de vencimiento, que el amor se firma con un beso, (que en asuntos del corazón vale más que la sangre), y el código así sellado dura la Eternidad.











Hay en el mundo otros lugares donde dejar atado el amor, pero dicen que ninguno se le parece.

Cuentan los que fueron, que al entrar los relojes se detienen, y sólo al salir vuelven a andar,  y que  
el Día de los Muertos se los puede ver caminando entre la gente, como sombras inseparables que vagan de la mano, almas en gracia ( sin pena).


Hay gente que no se acerca, se persignan y piden como deseo nunca desear entrar. 
Ellos no creen en fantasmas (tampoco saben amar.)

Los que se enamoraron saben que del callejón
Aconsejan entrar con el corazón abierto y dejarlo perdido sin regresar a buscarlo jamás.

En Buenos Aires comienzan a verse los primeros candados en el Rosedal.



Si van, lean bien los carteles

Enamoradizos abstenerse. 
El castigo es el amor del que dura para siempre.

viernes, 28 de noviembre de 2014

Visitante


 .
Si fueras un pájaro, te despertarías a las seis, gritarías un poco, ensayarías un canto como para desperezarte, y saldrías a buscar gusanos. Te acunarías sobre una rama, evitarías conciliar con las palomas ( no son nada conciliadoras), y, todo el día de aquí para allá, hasta la caída de la tarde.

No es fácil ser pájaro en la city. Cuarenta grados, calle de avenida, cientos de líneas de colectivos, gente apurada, bocinazos, nadie te da bola. 

Comencé a pensar como pájaro desde hace un tiempo, cuando llegó a casa un benteveo pichón en apuros. Llegó en las manos de Daiana; estaba en peligro, dijo, a vos te gustan, podrás ver? El tipo me miraba, chiquito, desde la cuna de trapos donde lo trajeron.

Caerse de un nido es cosa de vida y  muerte, y la verdad, mejor hubiera sido la jungla. Lejos de su mamá, lleno de hambre y de gusanos, sin poder volar, desvalido en la gran ciudad
En fin, yo tendría que aprender y a él no le quedaba más que esperar a que fuera rápido.

Le curé los bichos y lo llené de comida (como pude, pobre)
Lo llamamos Cuco, porque gritaba como un loco y desafinaba. Los gritos nos asustaban, por eso Cuco, por aquello de portate bien o  te va a llevar el Cuco.
En cada grito buscaba a su mamá.
Sufríamos, los dos. 
Íbamos muy temprano al lugar donde lo habían encontrado. Él, vigilaba, atento, sobre mi mano. Buscábamos a su familia. Pero no lo logramos.

Cuco gritaba. Yo entristecía. 
Si seguía domesticándose, no iba a poder volver con los suyos.
Empecé a sacalo al jardín, lo apoyaba en una ramita y ahí se quedaba quieto hasta que lo guardaba de nuevo, y lo mismo al otro día.

Una mañana vi por la ventana cómo una pareja de benteveos lo rodeaba. Se le acercaban, lo miraban. Lo van a lastimar, pensé. Sin embargo, al rato,  se fueron. 
Al día siguiente estaban de nuevo ahí. Y al otro, también. llegaban temprano y le andaban cerca hasta que caía la tarde y Cuco se guardaba.
Los pájaros cocleaban unos ruidos, como si aplaudieran castañuelas con los picos. Él gritaba fuerte y abría la boca.

Cuando vi que le daban de comer, lloré.
Lo reconocían como propio,  en una danza de ruidos, donde, al final,  lo llenaban  de lombriz.   
De a poco fue dejando la seguridad de su única rama, yo lo buscaba, y él me miraba parado desde la planta cercana. Yo lo llevaba a su rama, y al rato, otra vez no estaba. 
Los amigos le estaban enseñando a volar: vuelo corto, de planta en planta, lo acompañaban, siempre los dos. 

Una tarde lo busqué, pero ya no lo encontré. 

Hoy volvió. Trajo al jardín a sus hijos. Sabemos que es él porque se posa siempre en la misma rama, y estamos seguros, porque desafina. Yo no le pude enseñar. 


Acá está, por si lo quieren ver.  

Cuco: http://www.youtube.com/watch?v=znDo_ftdHf8

viernes, 21 de noviembre de 2014

Decálogo mediático




Dada tanta demanda cretina me dio por tirar lo que no sirve, y actualizar las normas vigentes.
Lo que va ahora: 
  • Tire la primera piedra. ( con fuerza, y retírese antes de que se la devuelvan.)
  • Hable mal de todos. Recuerde, el chisme es dinero. 
  • Sea apasionado: destruya al prójimo con todo el amor con que se ama a sí mismo. 
  • Deseé siempre la mujer de su amigo, su hermano, su vecino, o su cuñado. 
  • Selfíese: ámese y ámese,  no se detenga, que en el amor como en la guerra, todo vale.
  • Facebookquíese: edite su mejor perfil.No importa lo que muestra. Muéstrelo.
  • Ninguneé, siempre es beneficioso para uno. 
  • Procúrese lo que necesite. Si es necesario, robe. El crimen  paga.
  • Esconda la mano.
  • Borre con el codo.
  • Amén.

Ser mediático

Me da que a falta de realismo mágico, se vino el realismo crudo.

Y es que parece que la teve es producto de alguna venganza de los dioses - que a lo mejor nos merecemos-  una plaga encargada en no dejar bicho con cabeza.

Definiendo mediático: 

A. Golpe bajo, circo de la miseria humana
B. Exposición en carne viva de personas de variado estrato social.
C. Dícese del lugar donde toda la gama de bajezas queda a la vista.
D. Espacio público donde vale insultar empujar o pegar previo arreglo monetario con el invitado.

Todos opinan, se dice lo que se quiere. Si no le gusta, a quien le importa. Cualquiera vale una libra de carne. Si llora, mejor, que el llanto sube el ratting.

El público, encantado. Siempre es bueno saber que hay otro más miserable y ruin a quién exponer sin piedad.






miércoles, 5 de marzo de 2014

Cosas que no podes hacer la primera cita

Ricardo Mariño. Colectivo fantasma
- Te quiero hacer una pregunta. - dijo él.

-  Por tu cara te puedo decir lo que estas pensando: yo no quiero que pase algo.  - contestó ella.

-  Pero yo sí quiero.

 A ella nunca le dio tanta alegría ver venir el colectivo.

lunes, 17 de febrero de 2014

Celos I: El celo imposible.

A mi amiga Flora no le preocupan las chicas lindas que su novio puede mirar en la calle. No le importa cuando él se da vuelta y le mira disimuladamente el culo, o dice al pasar, qué gomas, ¿viste?
Lo que mi amiga no tolera y la pone como Hulk son las actrices. Odia a todas las actrices y más a las que le gustan a su novio.
Le brota un odio encarnado que la hace cambiar de canal si aparecen, o asentarle encima y restregarse bien el trasero para evitar que vea cualquier  imagen de película, y haga el comentario no deseado.
Atenta al mínimo detalle. Un sutil cambio en la respiración, una dilatación leve de pupilas, o la atención de más de un segundo sobre la pantalla,  termina en: sos un tarado.
Insulto suave, indicio de que una tarde de perros se aproxima. O el infierno, si él osó mencionar alguna parte bella del cuerpo o alguna buena cualidad de la Otra tan temida.

Aunque le diga que es imposible (que nunca va a suceder, que se quede tranquila, basta loca) no hay caso. Creo que le teme más a lo real, que a la fantasía. Y es que si él la tuviera enfrente, sin dudar, se iría con ella.