Los gorriones siguen siendo los dueños de Buenos Aires. Muchos dicen que los trajo Sarmiento porque le gustaban las aves y, hasta circulan versiones de "tráfico",desde Europa a Argentina. Dicen que al no poder pasarlos por aduanas, fueron soltados en el Río de la Plata y llegaron libremente al territorio.
Yo creo que vinieron en los barcos y que subieron de contrabando para comer las sobras que dejaban los marineros. Se infiltraron como polizones, quien sabe desde dónde venían. Hay quienes los creen oriundos de Asia, pero la verdad (aunque nadie puede afirmarla) es que los trajo Colón, porque, según cuenta el mito, se lanzaron por el mundo como los colonizadores, siguiendo migas. No faltan algunos exagerados quienes dicen que es el pájaro que se comió el camino de migas del tradicional cuento popular, y que Hansel dijo cosas tremendas a su hermanita Gretel cuando se dio cuenta de tal cosa.
Cotidianos como su encanto, nadie los persigue. Es que a diferencia de las palomas, pasan desapercibidos entre las sillas, sin aleteos ruidosos ni grandes demandas, como suelen hacer aquellas, que por pesadas, ya sabemos lo que les pasa.
El otro día tomé un café en compañía de estos bichos. Curiosos y confiados, esperaron a que, quién estuvo antes allí se levantara, para hacer de "ambientalistas" y comer todo lo que quedó.
Los gorriones son como los chicos en las plazas: exploradores, capitanes de la conquista.
Miran de reojo alrededor y se suman a otros nenes en busca de alguna pala o de algún balde para hacer "migas", confiados en que juntos es mejor jugar.
Estrategas extraordinarios, se acercan como si nada y van moviendo las "alitas" hasta quedar justo frente al deseado balde. Sonríen con el cuerpo seducen con tanta gracia, que no hay cómo decirles que no.
Los niños son piratas con alas... y es que no hay mejor táctica de guerra, que una alianza fructífera para ganar amigos.
Hoy salgo, me pongo alas, sonrío, y miro alrededor a ver quien se suma. A lo mejor me sale y jugamos a que juntos podemos hacer de este mundo un lugar mejor.
Los gorriones son como los chicos en las plazas: exploradores, capitanes de la conquista.
Miran de reojo alrededor y se suman a otros nenes en busca de alguna pala o de algún balde para hacer "migas", confiados en que juntos es mejor jugar.
Estrategas extraordinarios, se acercan como si nada y van moviendo las "alitas" hasta quedar justo frente al deseado balde. Sonríen con el cuerpo seducen con tanta gracia, que no hay cómo decirles que no.
Los niños son piratas con alas... y es que no hay mejor táctica de guerra, que una alianza fructífera para ganar amigos.
Hoy salgo, me pongo alas, sonrío, y miro alrededor a ver quien se suma. A lo mejor me sale y jugamos a que juntos podemos hacer de este mundo un lugar mejor.