Circulabamos por Rivadavia, miré por la ventanilla, vi una casa con cruces gigantescas de vitral, con letras azules iluminadas que decían:
"Santuario mundial de los milagros."
"No pague más." "Deje de sufrir." Pensé en bajarme y entrar, pero estaba apurada. Lo raro es que no hubiera un mundo de gente...
Un día vamos juntas: ando necesitando el Manto de los Milagros, el agua sanadora de Jerusalén y hasta al ministro brasilero que me llame hermana! Fuera Demonio! Muy bueno. Mónica
Jajajjaa, buenísimo. Mucha cháchara y mentiras en esta vida.
ResponderEliminarUn día vamos juntas: ando necesitando el Manto de los Milagros, el agua sanadora de Jerusalén y hasta al ministro brasilero que me llame hermana! Fuera Demonio! Muy bueno. Mónica
ResponderEliminaryo te llevo y hacemos milagros! jajaja
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