sábado, 8 de febrero de 2014

La novela burguesa, el matrimonio como un lugar feliz

Elena Linshanskaya


(Basado en el modelo típico del casado con hijos.)


El marido burgués construye su vida alrededor de la familia.

Por ella ha renunciado  a su libertad, a sus días adolescentes, a su parranda universitaria, a su madre, a los domingos.
Posterga todo en pos de el bienestar. Su casa, sus hijos, su pileta,de los que no puede disfrutar porque  sacrifica 14 horas trabajando para sostenerlos.

Padre abnegado, esposo ideal, lobo de Wall Street. 

Pequeñas delicias del la vida conyugal: 
la Amante.

 Alivio y solaz de toda amargura, la mujer oculta. La que lo escucha en la sombra, el verdadero amor.

Los amantes mariposa
Sólo ella es quien puede llenar su vacío individualista,
sin exigirle obligación alguna. Santa cortesana, compañera de su mortal aburrimiento, hélice y pivote del sufrimiento que carga, peso moral impuesto que no lo deja blanquear su a corazón a viva voz, culpa del vil propósito del matrimonio, que insiste en no dejarlo gozar. 

Ella, mujer secreta. Ella, quién exprime su esencia vital en gotas sudorosas hechas de la más plena y orgiástica felicidad, exhausta por brindar placer al semental dionisíaco agobiado por la cultura.

Reglas para el marido burgués:

1. El buen marido no sale de noche.
2. No regresa a casa sin avisar.
3.El horario de La Amante es en o durante horas de oficina.

Excepciones:  si tiene valor y dado un acto de exagerado coraje, se permite un After a la semana, en un turno los jueves, (los viernes son para los amigos), un polvo de dos horas y  a casa.

Todos felices, comen perdices.

Entretenimientos y tareas:

Ni la cerveza, ni el fútbol, ni babear semidormido en el sillón. No. El hobby es y será reunirse con otro matrimonio burgués, comer asado, hablar de política, economía, globalización, dolarización, cambio y devaluación.
Después, volver a casa, tomar la pastilla, leer el diario, amargarse con el noticiero, sumar gastos, jugar al Sudoku, y,
 basta de diversión, que mañana es lunes.

Las vacaciones en familia:

El eterno retorno ininterrumpido a las obligaciones sufre una variación.
Las vacaciones exigen un paréntesis en la organización rigurosa de las cosas.
Con ellas hay exceso de esposa y niños, de tiempo libre.
 El ocio le causa estrés, tanto, que al pisar la playa desea volver al trabajo.

En la arena recuerda las piernas de su amante, la sensualidad con que lo recogen una vez a la semana, la bata rosada con plumas. el aroma a vela de vainilla se le pierde en la imaginación, mientras, su esposa y sus hijos le piden que les compre unos churros.

El descanso de un hombre sensible.

Es en ella en quien descansa. En su frescura, en sus alas. 
Ella, quién lo abraza, ella lo curar del descanso.
Lo libera, alivia el vértigo  de esas interminables vacaciones.
Sí. Sentimiento al fin.
Le promete amor eterno. 
La vida es ese rato, una vez a la semana.

La cruda verdad

El hombre burgués sufre. Pero de aburrimiento. El tedio, su fiel compañero de horas pérdidas.
 Hombre sin imaginación, cobarde de libertad. 
Lobo estepario, sólo y triste en el mundo hostil.

Su vida es y será el trabajo. De ese hilo pende su historia.
 Por siempre y hasta jamás.




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